Cuando descubrimos un sitio, un paisaje que nos emociona, o nos hace sentirnos en paz y armonía con nosotros mismos, con la tierra en que vivimos y su grandiosidad. Perdemos la noción del tiempo, nuestra mente se pone en blanco y disfrutamos de poder respirar y apreciar nuestro entorno como nunca, sintiéndonos parte del mismo. Eso es felicidad.
Un recuerdo de Manzaneda, la estación de esquí que hay en Orense donde hace un par de años fuimos a intentar aprender como esquiar, la foto muestra un momento en el que me ensañaban como levantarme con todo puesto en caso de caída. A esa altura la rodilla derecha ya me dolía mucho, éste deporte no es para mi, aunque me gusta mucho.
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