No es la primera vez que hago referencia a la confianza como un elemento indispensable para todas nuestras actividades, desde la familia, a nuestra actividad profesional y también para generar alegría, ilusión, buena onda y felicidad. En todas, es vital la credibilidad, la confianza en nosotros mismos, en y de los demás.
Todo resurge, a raíz del presidente de moda, quien aparentemente en su primer mes, es una máquina de decir mentiras, medias verdades, o como le quieran llamar ahora. Pero evidentemente no solo él, también los medios, los demás gobernantes y políticos, las empresas, los sindicatos, en general, nos brindan ese espectáculo de malos ejemplos casi a diario.
Y así, me voy a la tan comentada crisis en la que el mundo está sumido desde hace una década, pero que a mi criterio no ha sido ni económica, ni financiera, pues el dinero y los bienes sigue ahí, no se han destruido, por el contrario han aumentado su volumen y también se han concentrado. La verdadera crisis es de confianza, de crédito, provocada por el abuso de poder, por el mal ejemplo de los líderes globales.
Todo ello al final se traduce en las actividades de los seres comunes, nosotros, que en definitiva somos quienes soportamos todos esos acontecimientos, también en alguna medida haciendo lo que esos ejemplares nos enseñan. Y aquí es donde debemos actuar, darnos cuenta de ese mal ejemplo y no imitarlos, ignorarlos y seguir en nuestra senda de honestidad, de confianza reciproca entre todos nosotros, para la felicidad colectiva.
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