Hoy en plena semana santa, otro capítulo de una guerra santa que nos viene azotando desde aquella tormenta del desierto. Parece que las cruzadas ya no sé por que motivos, supongo que los mismos de siempre, son algo recurrente en la historia.
Yo solo quiero apelar a la sensatez de un lado y del otro, abogando por la alegría, la ilusión, el optimismo, la buena onda, el amor y la felicidad que todos nos merecemos.
Desde aquí hago un llamado a esas mayorías de todas las religiones que solo quieren paz y armonía para disfrutar la vida, a resistir esos embates de unas minorías radicales de todas las creencias que pretenden llevarnos por el camino de la violencia.
El único camino es el de la humildad, la prudencia, el amor y la felicidad, solo así habrá un después.
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