Cuando descubrimos un lugar, un paisaje que nos emociona, nos hace sentir en paz y armonía con la tierra en que vivimos y su grandiosidad. Cuando perdemos la noción del tiempo y nuestra mente se pone en blanco, disfrutamos de poder respirar y apreciar nuestro entorno como nunca antes, sintiéndonos parte del mismo. Eso es felicidad.
Hoy vuelvo a Praga pero por la noche, cuanta magia.
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