Cuandodescubrimos un lugar,
un paisaje que nos emociona, nos hace sentir en paz y armonía con la tierra en
que vivimos y su grandiosidad. Cuando perdemos la noción del tiempo y nuestra
mente se pone en blanco, disfrutamos de poder respirar y apreciar nuestro
entorno como nunca antes, sintiéndonos parte del mismo. Eso es felicidad.
Hoy vuelvo a un lugar muy especial para mí, un pequeño campo de 54
hectáreas en Estación Margar-Canelones-Uruguay, que pude adquirir en el año
1994 y donde viví durante diez años. Allí como productor rural, generé
felicidad con el sudor de mi frente, haciendo todo tipo de tareas que nunca
antes había realizado. Luego en el año 2005 hice un nuevo cambio en mi vida que
me trajo a Galicia, al lado de Rosa mi amada esposa.
Teníamos la ilusión, de hacer algo juntos en Margat algún día,
pero las sorpresas de la vida, nos van conduciendo por otros derroteros. A raíz
de la neurocirugía a la que fui sometido el año pasado, pues ya no estoy en
condiciones de continuar aquel camino, lo que sumado a otras circunstancias me
llevan a vender el campo.
Con lo que surge una primera decisión, cuanto vale un lugar que
nos genera felicidad.
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