Las distintas ideologías políticas,
basadas en ciertos principios y concepciones de la sociedad y la
economía humana, son muy necesarias. Todas ellas, por diferentes
caminos persiguen (o deberían perseguir) lo mismo, la felicidad del
pueblo, plasmada en la alegría, el regocijo y el bienestar.
Llegados a este punto, no debería ser importante si el camino adecuado para lograrlo se desvía ocasionalmente a derecha o izquierda, es realmente irrelevante, estéril e inútil discutirlo, pues lo más importante para ese pueblo, no es ni la tendencia política de quien gobierna, ni sus promesas, es algo mucho más tangible, más de todos los días, más simple, es su bienestar.
Así las cosas, cuando las tendencias
se radicalizan a un lado u otro, pueden ser muy peligrosas para ese
bienestar (ejemplos históricos y actuales nos sobran). Por tanto
debemos mantenernos constantemente en alerta, escuchar, denunciar si
es necesario, con una mente abierta y objetiva, para no caer en esos
radicalismos de falsos profetas (muchas veces con grandes intereses
personales y económicos).
Pues la alegría, el regocijo, el bienestar y la felicidad del pueblo no son negociables y están por encima de cualquier ideología.
Pues la alegría, el regocijo, el bienestar y la felicidad del pueblo no son negociables y están por encima de cualquier ideología.
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