El 26 de abril por la tarde ingresé en el hospital, después de una serie de formalidades nos fuimos al tercer piso, a la zona de neurocirugía para que nos asignaran la habitación y la cama, toco la 335-2, allí nos instalamos a esperar el momento acordado.
La tarde resultó larga y la noche interminable, el despertar del 27 sorprendentemente tranquilo por mi parte (me había estado preparando anímica y espiritualmente), finalmente sobre las 8 de la mañana me vinieron a buscar para bajar a quirófano.
Tras un breve trayecto por el corredor y luego en el ascensor, allá llegamos yo, mi esposa Rosa, mi madre, Carmen una de mis hermanas, mi cuñado Eduardo, Rosita y alguna persona más que no recuerdo ahora, mientras entraba en quirófano saludaba a todos ellos con una sonrisa y el pulgar para arriba.
Luego de una corta espera, me llevaron para la sala de operaciones, me cambiaron y me pusieron en la mesa de operaciones, algo así como una cruz, me colocaron una serie de aparatos y en una de esas, me ponen una máscara y me piden que respire profundamente un par de veces. Eran las ocho y media de la mañana, creo que no llegué a hacer la segunda respiración profunda. Hasta ahí mis recuerdos, lo siguiente después de 12 horas de operación desde la UCI.
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