El despertar aletargado, remolón, nos deja pegados al calor de las sábanas. Nos retiene apenas unos instantes, lo suficiente para crear la sensación de satisfacción relajante. De haber dado rienda suelta a esa fantasía de fin de semana. Dejando que la alegría de olvidar el despertador, nos permita esbozar una sonrisa.
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