Al desperezarnos, al salir del letargo y el merecido descanso, abrimos la mente y el corazón. Dejamos la puerta abierta a la vida, ese instante fugaz, que por momentos se nos escurre entre los dedos. Por eso es menester, ponernos en cuerpo y alma a disfrutar con alegría, amor y optimismo cada segundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario