Cada día al despertar, nos disponemos y definimos nuestra actitud para toda la jornada. Esa especial disposición de nuestro cuerpo, de nuestra mente y nuestro espíritu, determinarán hacía donde orientaremos nuestra actividad y más importante nuestro estado de animo y nuestra razón de ser, nuestra felicidad.
Esa actitud, esa postura corporal, esos gestos, ese lenguaje verbal que conforman un todo armónico y nos muestran tal como somos y que no siempre podemos mantener del mismo modo. En esto radica el esfuerzo diario, en mantener dentro de lo posible la misma actitud positiva, amable y cordial.
La actitud amable, cordial es generadora de felicidad, vínculos armónicos y buena disposición por parte de los otros hacia nosotros. Esa buena o mala disposición hacia nosotros, signa, marca, determina el después en las relaciones con los demás. Determina ese después más o menos feliz.
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