Ayer por la noche en Noia, tomando algo con Rosa y el amigo Basilio, entre otras cosas surgió un tema que me recordó aquel estribillo de Facundo Cabral:
“No soy de aquí ni soy de allá
no tengo edad, ni porvenir
y ser feliz es mi color de identidad.”
La conversación derivó desde el tema de la autonomía catalana y todo lo que implican las diferentes comunidades a nivel mundial con intenciones separatistas. Hoy en día integradas en su mayor parte, por personas de diferentes partes del mundo, con diferentes lenguas, costumbres y religiones.
Y la primera conclusión luego de esa charla, fue que la emigración desde tiempos inmemoriales, el espíritu nómada que todos llevamos dentro, ha generado un sentimiento de desarraigo en los descendientes aquellos emigrantes que de algún modo en cierto momento de la vida, necesitan sentir que forman parte, que pertenecen a un lugar, a una comunidad.
Por otra parte, la falta de honestidad y de escrúpulos por parte de los activistas y movimientos políticos, para utilizar estas necesidades de sus pueblos y explotarlas en su propio beneficio, sin importarles nada el regocijo y la felicidad de esos pueblos, ni las consecuencias negativas que esos pueblos deban sufrir. Es algo recurrente en todos los países y sociedades a lo largo de la historia.
Prácticamente nunca existieron “razas puras” y hoy en día con la globalización que ni más ni menos es algo así como una expresión superlativa del espíritu nómada, entiendo que esa rica mezcla nos ha transformado y ya no somos de aquí o de allá, somos de todas partes, somos todos del planeta tierra y éste planeta es de todos.
Y siguiendo mi proceso de análisis y conclusiones, me acordé del estribillo de Facundo Cabral que cobra gran vigencia. Resalta además la importancia del ser feliz siempre en donde sea, con quien sea y con lo que se tenga a mano.
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