Cuando los pueblos y las sociedades caen en ese circulo vicioso de la insensatez, la corrupción de todo tipo, la falta de capacidad y sentido común, desde el propio pueblo hasta los gobernantes de turno. Es momento de un fuerte sacudón para salir del letargo, o de otro modo caer en el pozo sin fondo de la resignación y el conformismo.
No es posible conformarse, ni la resignación, hay que salir en esa búsqueda del bienestar posible, dejar de lado las ideologías que nos llevan a los radicalismos y luchar codo con codo por la felicidad de todos, que en definitiva es lo único que necesitamos, lo único a lo que de verdad tenemos derecho como individuos y como sociedad.
Eso debemos exigir y para eso debemos trabajar duramente, con alegría, sentido común, honradez y buena onda, desde lo individual a lo colectivo, dando ejemplo en nuestra familia, en nuestro barrio, en nuestro pueblo, en nuestros países, en nuestro mundo.
Es la única forma para que haya un después.
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