Cuando descubrimos un sitio, un paisaje que nos emociona, o nos hace sentirnos en paz y armonía con nosotros mismos, con la tierra en que vivimos y su grandiosidad. Perdemos la noción del tiempo, nuestra mente se pone en blanco y disfrutamos de poder respirar y apreciar nuestro entorno como nunca, sintiendonos parte del mismo. Eso es felicidad.
Hoy me viene a la mente el recuerdo de Iguazú y lo que significó ver esa maravilla de la naturaleza desde tierra, desde el río , sintiendo el agua en la cara y desde el helicóptero, algo que vale la pena experimentar.
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