Cuando descubrimos un sitio, un paisaje que nos emociona, o nos hace sentirnos en paz y armonía con nosotros mismos, con la tierra en que vivimos y su grandiosidad. Perdemos la noción del tiempo, nuestra mente se pone en blanco y disfrutamos de poder respirar y apreciar nuestro entorno como nunca, sintiendonos parte del mismo. Eso es felicidad.
Otro lugar que nos marcó, sobre todo por los bellos paisajes y su dura naturaleza marinera, Bergen y sus profundos fiordos, condimentados con su clima casi siempre lluvioso y fresco, nos muestran algo diferente que vale la pena disfrutar.
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