En cualquier lugar, en todo momento,
con lo que se tenga a mano, hay que intentar ser feliz. En casa, en
el trabajo, departiendo con los amigos, tanto si tenemos mucho, como
si no tenemos nada, debemos trabajar duramente para ser felices y
ayudar a que los demás también lo sean.
Cosas tan simples como, tararear una canción, un saludo cordial, una amable sonrisa, así como utilizar bien el lenguaje verbal y gestual en la interacción con otras personas, coadyuvan para generar un ambiente adecuado para la felicidad individual y colectiva.
En ello radica una de las principales y duras tareas, en mantenerse constantemente en ese estado de alerta, para conducir todas las situaciones posibles, a ese ambiente, a ese medio de cultivo idóneo para la gestación de la felicidad.
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