Vender es el resultado de una
combinación de factores mucho más complejos que la simple idea de
oferta y demanda. Desde el dependiente de una tienda, al vendedor de
mercadillo, al vendedor viajante, la venta por catálogo y sus
ejemplos modernos vía Tv, internet. En todos los casos hay algo común,
la interacción entre dos o más personas, ya sea directamente, o vía
algún método de comunicación de moda.
En esa interacción es donde radica la complejidad de la tarea que históricamente ha sido solventada por los buenos vendedores con su vocación hacia la venta, su aptitud, sus conocimientos (del producto, del mercado, de las necesidades del cliente), su actitud, su honestidad y su respaldo.
Hoy en día los buenos vendedores siguen exhibiendo esas características, pero respaldados por una cantidad de conocimientos nuevos sobre psicología, estudios de mercado, publicidad y tantas otras.
En esa interacción es donde radica la complejidad de la tarea que históricamente ha sido solventada por los buenos vendedores con su vocación hacia la venta, su aptitud, sus conocimientos (del producto, del mercado, de las necesidades del cliente), su actitud, su honestidad y su respaldo.
Hoy en día los buenos vendedores siguen exhibiendo esas características, pero respaldados por una cantidad de conocimientos nuevos sobre psicología, estudios de mercado, publicidad y tantas otras.
El resultado de esa interacción compleja, debe ser la venta, esa que hace felices al comprador y al vendedor en el momento del acuerdo, pero que no termina ahí, pues en definitiva dependerá del grado de satisfacción y felicidad que la adquisición del producto cause finalmente en el cliente y su entorno.
Llegamos entonces a la clave, la felicidad del cliente y su entorno, eso en lo que los buenos vendedores se esfuerzan desde tiempos inmemoriales.
La foto es de un ambiente en la tienda de Saneamentos Currucho S.L.
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