Cuando descubrimos un sitio, un paisaje que nos emociona, o nos hace sentirnos en paz y armonía con nosotros mismos, con la tierra en que vivimos y su grandiosidad. Perdemos la noción del tiempo, nuestra mente se pone en blanco y disfrutamos de poder respirar y apreciar nuestro entorno como nunca, sintiendonos parte del mismo. Eso es felicidad.
Un lugar que todos seguramente queremos y a todos nos emociona, pero que de tan acostumbrados que estamos, no expresamos o no valoramos en el día a día. Pero cuando nos vamos por ahí y luego de unos cuantos días de ausencia, echamos en falta y extrañamos, es nuestra casa. Ese lugar especial que todos tenemos y solo valoramos cuando estamos ausentes.
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