En la pareja, la familia, el trabajo,
la empresa, la sociedad, en todos los órdenes de la vida, formamos
equipos. Cada persona es un eslabón de vital importancia para el
buen desempeño y el éxito de cualquier emprendimiento, pues cada
uno desde su singularidad enriquece al conjunto.
Para que la cosa funcione, deben existir objetivos, los cuales deben ser compartidos y en donde cada miembro debe asumirlos como propios e incorporarlos naturalmente a su lista de prioridades. Ésto último, es una de las principales tareas de quien tiene la responsabilidad de conducir y liderar al equipo, y tiene que ver con lograr que cada integrante del mismo sea feliz formando parte de el.
Evidentemente, existen matices, como en todas las actividades humanas, hay personas más o menos comprometidas, más o menos felices, pero al final, cada uno dentro de sus posibilidades debe remar en el mismo sentido, pues el barco solo avanza si todos reman para el mismo lado, si todos aportan desde la felicidad individual, a la felicidad del equipo.
La foto es en el río Sella.
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