Salir al camino cada día con una sonrisa en los labios, abrazar a quienes nos rodean y sentir ese calor fraterno. Dejarnos sorprender por las maravillas que nos rodean, prestando atención a esos pequeños detalles que habitualmente pasamos por alto. Es la forma de generar y compartir algarabía y ganas de vivir. Todo cobra sentido con un abrazo.
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