Emprender la marcha cada jornada, es el premio que la vida nos brinda al despertar. Fruto del esfuerzo continuado, por sembrar, cuidar y cosechar. Un ciclo virtuoso que en todos los órdenes de la vida funciona. Desde lo básico, nutrir el cuerpo, la mente, el alma y los vínculos personales sembrando amor, algarabía y sonrisas.
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