En los últimos días comprando algunos artículos en diferentes comercios del pueblo, he constatado que en todos hay algo así como un bajón anímico importante, por lo que pude hablar con sus propietarios, la disminución de las ventas del final de verano es preocupante.
El largo período de caída del ciclo económico, la irrupción en la zona de grandes empresas en casi todos los rubros, con la consecuente ampliación de la oferta para los mismos clientes. En algunos casos haber subestimado las posibilidades de esa nueva competencia y sobrevalorado las propias. A lo largo de éste tiempo han provocado la situación.
Todo ello sumado a la falta de reacción en la que se encuentran los pequeños comercios establecidos desde hace muchos años, trabajando en lo de siempre, atendiendo de la mejor forma a los clientes que aún mantienen su fidelidad. Pero no han hecho un buen trabajo en lo relativo a pensar y generar planes de contingencia.
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