Hace aproximadamente 25 años, comencé a reflexionar hacía donde iba mi vida que había hecho hasta ese momento y cómo quería continuar. Era una época especialmente difícil para mi, habíamos heredado una participación importante en una pequeña empresa en pleno crecimiento que si bien en parte era gracias a mis aportes dentro de un equipo de dirección joven, con ganas, con nuevas ideas y también con mucho estrés, como muchas veces sucede, no estaba cómodo.
Esa sensación de incomodidad, no era por la carga de trabajo, ni por eludir los desafíos, simplemente sentía que no me llenaba desde otros puntos de vista, sentía que no era lo que yo quería hacer. Sin duda la gerencia de una empresa familiar, (en la que recuerdo haber trabajado durante las vacaciones muchos años, haciendo todo tipo de tareas en las distintas áreas, hasta que comencé a trabajar full time cuando mi viejo necesitó una mano), fue una gran experiencia.
Al mismo tiempo las vicisitudes de la relación social que por ser minoría nos llevó a tener que dejar la empresa, significaron un aprendizaje increíble y muy provechoso en lo sucesivo. En el concepto de gestión que habíamos manejado hasta ese momento (lo que se ganaba iba casi en su totalidad a reinversión), nos llevó a quedar fuera de la empresa prácticamente sin liquidez, para ser gráfico nos quedamos colgados del pincel.
Lo cierto es que a partir de ese momento mi vida cambió y mucho en todos los aspectos, pero lo más importante fue que a partir de allí y gracias a los distintos procesos de reflexión, fui dando cada vez más importancia a las cosas en verdad relevantes de la vida. Perdimos mucho dinero, pero en mi caso pude desarrollar y expresar mis afectos, mis sentimientos, mi alma, con lo cual comencé un nuevo camino, el de la felicidad.
Y desde hace unos meses, cuando me diagnosticaron un tumor cerebral y debí someterme a neurocirugía, todos esos aspectos inmateriales de la vida cobraron aún mayor importancia en mi vida. Lo que hoy se nombra como inteligencia emocional y que yo nombro de otras formas, alegría, ilusión, buena onda, felicidad y amor, son cada vez más vitales para mi y para el entorno que me rodea, es lo que me brinda esa fuerza tan necesaria para continuar el camino disfrutando las cosas simples de la vida.
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