Cuando descubrimos un sitio, un paisaje que nos emociona, o nos hace sentirnos en paz y armonía con nosotros mismos, con la tierra en que vivimos y su grandiosidad. Perdemos la noción del tiempo, nuestra mente se pone en blanco y disfrutamos de poder respirar y apreciar nuestro entorno como nunca, sintiéndonos parte del mismo. Eso es felicidad.
Hoy vuelvo a Mein, donde estuvimos el fin de semana pasado, un sitio que en verdad me llegó a lo más profundo, realmente me emocionó y quiero volver a compartirlo con todos ustedes.
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