Todos los días me acuerdo por distintas situaciones, de mi viejo o de amigos que ya no están, eso me hace recordar el dolor de su perdida, el sufrimiento de aquel momento triste que de forma recurrente se torna vívido en mí. Y seguramente a todos de un modo u otro nos sucede más o menos lo mismo.
Sin embargo, esa sensación de dolor y el vacío, se ven casi de inmediato transformadas por una oleada de agradables recuerdos que cambian poco a poco el dolor por alegría, felicidad y terminan por llenar completamente aquel vacío que llegamos a sentir hasta en las tripas.
Para un dolor, una tristeza, siempre podremos recordar algún momento de alegría y felicidad que mitigue, aplaque, calme y nos haga esbozar una sonrisa.
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