Por estos lares acostumbramos a tener veranos más bien cortos frescos y algo lluviosos, por ello cuando nos viene un verano con más de una semana seguida de buen tiempo y temperaturas cercanas a los 30 ºC nos sentimos en un horno, agobiados y de mal humor.
Sin embargo, no hace mucho nos encontrábamos quejándonos y agobiados por lo contrario. Prácticamente estuvimos acosados por el frío y la lluvia durante casi 6 mese seguidos. Nos quejamos por todo, nada nos viene bien, sobre todo ese tipo de excesos naturales que muchas organizaciones ecologistas atribuyen a nuestros excesos.
En éste tipo de situaciones, quejarse o ponerse de mal humor no conduce a nada, solo a desperdiciar nuestra vida perdiendo el tiempo en esos estados de ánimo. Debemos aceptar lo que la naturaleza nos brinda y por las dudas, comenzar a tomar conciencia de nuestra responsabilidad, actuando en consecuencia, siempre en la medida de nuestras posibilidades.
Todo ello debemos hacerlo con alegría, ilusión, buena onda y de buena gana, disfrutando del verano cuando toca, o del invierno, o del otoño, o de la primavera. Cada una de ellas nos brinda sus mieles o sus hieles y debemos prepararnos para saber gozar de todo ello pues forman parte del cotidiano camino de la felicidad.
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