Ante algunas situaciones límite en materia de salud que me han tocado de cerca, siempre me pregunté si sería en lo personal capaz de superar un problema de tales características. Supongo que todos en algún momento nos lo hemos cuestionado y seguramente quedamos con grandes dudas al respecto.
Me pregunté tantas veces como reaccionaría, cual sería mi actitud que camino debía tomar, hasta donde luchar, en fin y siempre me decía que ese tipo de cosas se deben encarar con una actitud positiva, dandole para adelante y luchando hasta que se agoten las fuerzas.
Y un día, me toco, así sin anestesia me dicen que tengo un tumor cerebral que es necesario operar y en principio que es benigno. Inmediatamente me vinieron a la cabeza todas aquellas preguntas que alguna vez me hice y tomé conciencia que era el momento de poner toda la carne en el asador para ver si aquellas respuestas eran las correctas y podría con el desafío de verdad.
Tenía que hablar con Rosa, mi esposa, mi amor, pilar fundamental de mi vida, pues todo lo que se venía implicaba para ambos una muy pesada carga, que solo podíamos llevar adelante si los dos estábamos dispuestos a ello con todas nuestras fuerzas.
Con una mirada, un abrazo, un beso y alguna lagrima decidimos encarar con fuerza y actitud positiva, el obstáculo que la vida nos puso en el camino de nuestra felicidad. Nos pusimos manos a la obra con todo el humor, la alegría, la ilusión, el optimismo y la buena onda de la que somos capaces. Finalmente salimos adelante, zafamos el primer escollo, ahora toca ir recuperando de las secuelas poco a poco y con la misma actitud positiva.
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