Desde la visión
economicista actual, que ha perdido parte su concepto original, el
estudio del ser humano como ser económico, con una visión más
humanista que financiera, vemos todo como un estado de resultados,
como perdidas o ganancias. Entre tanto, perdemos de vista los matices
y las infinitas formas de ver el mundo, entre otras, que la vida no
pasa solamente por esos estados de resultados, sino por cosas como la
felicidad, que se compone de otras muchas, como el tener las
necesidades básicas satisfechas, poder ganarse el sustento
dignamente, la alegría, la ilusión, etc.
Si valoramos la
brecha entre países ricos y pobres, la solución economicista
actual, va hacia la inversión y financiación de proyectos, para
mejorar la salud, la educación y mejorar determinadas
infraestructuras orientadas a determinadas necesidades básicas
(energéticas, agua potable, transporte, hospitales, etc.), lo cual
está bien, aunque tampoco hay que perder de vista, que esta brecha
no solo es entre países, en realidad la brecha es entre personas
ricas y personas pobres, con lo cual hay que tener en cuenta a más
gente, pobres que viven en países ricos.
Hay que cambiar la
forma de ver las cosas, tenemos que tener más en cuenta el nivel de
felicidad de las personas, que va a depender, como decía
anteriormente, del grado de cobertura de las necesidades básicas, la
posibilidad de ganarse el sustento dignamente, la alegría e ilusión
del día a día, etc., hay que cambiar los conceptos, que es ser
rico, que es ser pobre, y darle mayor importancia a la felicidad.