Todo emprendimiento, significa en
cierta medida, un salto al vacío. Independientemente que tengamos
personas a nuestro alrededor que nos alienten, nos brinden su apoyo,
la adrenalina que se genera por esa soledad ante el peligro, que nos
emociona y nos da miedo al mismo tiempo, es un componente de la
felicidad en el proceso de creación. Significa que sentimos lo que
estamos emprendiendo, y asumimos la responsabilidad, que estamos
viviendo el camino y de alguna forma, lo disfrutamos. La felicidad
del dar a luz, de la gestación, con el previo paso doloroso. Luego
de ese éxito, viene el reinicio del sistema, la vida del nuevo
emprendimiento.
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