Hasta
ahora se vincula la felicidad con “el ser y el tener”: el éxito,
poder, clase social, ingresos, status, fama, placer, riqueza,
condiciones económicas, políticas, la buena salud, la armonía
familiar, factores genéticos, etc.
La
felicidad es algo intrínseco y particular. La motivación nos empuja
a ser felices. Por eso necesitamos desde los cimientos una Educación
para la felicidad.
No
quiero dejar de resaltar que la educación comienza en el hogar, y en
muchos casos se deja para la escuela.
Pero
necesitamos utilizar nuevas fórmulas y metodologías para la
sociedad en que vivimos.
Tenemos
a niños más solitarios, frente a la televisión, a los videos
juegos, recibiendo todo hecho, comidas rápidas, etc.
Solo
si somos padres y maestros felices, los niños también serán
felices.
“Educar
para la Felicidad” éste es el nuevo paradigma en la educación del
Siglo XXI. Toda nuestra vida está regida por sensaciones, emociones
positivas como la felicidad, amor, optimismo, creatividad, alegría,
gratitud, creatividad.
Necesitamos
todas esas emociones, ponerlas en orden y así alcanzar equilibrio
emocional e intelectual.
Las
emociones son herramientas que repercuten en una mejor calidad en la
educación.
“Lo
que pensamos es consecuencia de lo que sentimos”
Si
utilizamos todas esas sensaciones de forma positiva, llegará un
momento en que bajan los índices de: violencia, pobreza,
discriminación, y hará alcanzar una vida más feliz.
Educar
en la felicidad, y el amor, a través de las emociones positivas,
optimismo, etc, es la nueva pedagogía desde el enfoque de la
psicología positiva.
Lo
más importante es vivir y ser felices. A veces para ser feliz no es
necesario tener.
Aporte de: María del Carmen Blanco
Dean
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