Cada día, como todos los días de mi vida desde hace muchos años, al despertarme y afrontar el nuevo y afortunado desafío de vivir una nueva jornada como si fuera la última, lo hago con alegría y optimismo. Despierto a mi esposa con amor, besos, y mimos, para salir juntos a disfrutar del trabajo, de los quehaceres domésticos, de la vida.
En mi caso, la dejo en su lugar de trabajo y me voy a hacer las compras y otras tareas que me esperan en casa. Siempre con una sonrisa y tarareando una canción, en cada lugar que entro de esa forma, también saludo cordialmente a todos los presentes, algunas personas me ven y sonrien, otras más osadas me hacen algún comentario alentador y muestran entusiasmo y alegría.
Constato ésto a diario, por lo cual entiendo que no estoy equivocado en mis planteos. Mi duro trabajo para ser feliz, haciendo las tareas básicas para la felicidad, fructifica en aprobación y reconocimiento de la colectividad en la que vivo, por lo cual mi actividad individual, se puede estar replicando en el ámbito social del que formo parte. Y me hace más feliz aún.
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