Evidentemente, a nadie le gusta pagar
impuestos. Es un foco de infelicidad, por las tasas, por la
complejidad de los sistemas impositivos, etc. y por tener que
pagarlos sin un aparente retorno. También es verdad que los sistemas
impositivos a nivel mundial, se están armonizando, simplificando e
intentando hacerse más baratos para el contribuyente. Pero ésto aún
no se aprecia a nivel de la sociedad, y continua generando
infelicidad, con sus consecuencias graves. Una fundamental, la
evasión de impuestos, la economía sumergida, que lastra a todo el
sistema. Todo esto sugiere, que es necesario seguir simplificando y
abaratando el sistema impositivo, se debe seguir haciendo más
transparente, tanto su recaudación como la forma en la que dichos
impuestos son invertidos para el bien de la sociedad, y se debe
mejorar el sistema de control, que hoy en día solo se efectúa sobre
quienes están registrados como contribuyente y no existe un sistema
que ataque a quienes no figuran como tales, y que significan en casi
todos los países una cifra enorme, y que aparentemente a nadie le
importa. Sin embargo, es tan escandaloso y seguramente mucho más
importante que los otros tipos de corrupción. Controlar y sancionar
adecuadamente a quienes evaden, eluden, a corruptos y corruptores,
etc. es necesario, es rentable y hace feliz a la sociedad.
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