El poder atrae, seduce, a todos nos
gusta manejar esa cuota de influencia, o decisión. En general, somos
muy sensibles y propensos a mantenernos cercanos al poder y los
poderosos, para intentar desde una posición privilegiada, copar el
poder absoluto (“ L´état c´est moi”). Dicho absolutismo, es la
trampa, en la que caen siempre o casi siempre, aquellas personas que
ostentan el poder, ya sean empresarios, sindicalistas, políticos,
etc. Ese factor todopoderoso y embriagante, que muchos identifican
con la felicidad absoluta, dista mucho de la felicidad, que solo se
encuentra, actuando dignamente para servir y hacer felices a los
mandantes.
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