Dos de los problemas crónicos de la
humanidad, hambre y pobreza, desde siempre vienen siendo una gran
preocupación de gobiernos, iglesias y organismos internacionales.
Las acciones llevadas a cabo, aparentemente no han resultado, puesto
que hoy en día existen más de mil millones de personas en esas
situaciones. Tal vez el problema es que no hemos sido capaces de
entender correctamente esas situaciones, desde la visión
economicista que desde siempre se ha tenido de ellas. Es momento de
cambiar esa visión, de entender correctamente esos flagelos de la
humanidad, propongo, intentar descubrir que es lo que hace felices a
esas personas y darles los instrumentos para que inicien el camino de
retorno, a los lugares donde tienen sus raíces, y donde seguramente
fueron muy felices.
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