Desde los filósofos griegos, que
establecieron las bases del mundo en el que hoy vivimos, con los
conceptos de república, democracia, átomo, alma, etc., que nos
dieron además los elementos necesarios para continuar su desarrollo,
hemos avanzado en dicho sentido. Si bien es así, y hemos ido
adaptando y desarrollando dichos conceptos en función de las
necesidades de cada momento (también siguiendo aquellas enseñanzas),
a lo largo de la historia, hemos comprobado que en algunos casos nos
apartamos de dichas máximas. Afortunadamente, también en muchos de
esos casos, han aparecido elementos correctores, que nos volvieron a
poner en el camino adecuado. Dado que la historia es cíclica, y que
cada tanto se repiten determinados episodios, podemos decir, que si
bien hemos desarrollado aquellos conceptos, no aprendimos mucho en
otros sentidos, seguimos cometiendo los mismos errores cada cierto
tiempo, debido a que cuando las cosas en general parecen ir bien, nos
relajamos, y dejamos de trabajar duramente. Somos victimas de esa
felicidad fácil, sin esfuerzo que a diario nos venden, sin tener en
cuenta que nada es duradero, y menos si no hay un trabajo duro, serio
y permanente como respaldo. En definitiva, el instante de éxito que
implica ese esfuerzo constante, el efímero momento de felicidad
logrado, no significa que debemos relajarnos y dormirnos en los
laureles, debemos descansar si es necesario, para tomar impulso y
reiniciar el sistema, esto es lo que en parte querían enseñar
aquellos filósofos griegos.
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