Somos un amasijo de electrones,
integrados en gran cantidad de moléculas diferentes, asociadas en
una innumerable cantidad de células, capaces de vivir, de engendrar
vida, de sentir y pensar. Somos un reactor bioquímico, con la
capacidad de sintetizar una enorme cantidad de sustancias, necesarias
para sobrevivir, tanto en lo físico como en lo espiritual. Todos
esos procesos bioquímicos, son automáticos e involuntarios y
dependen de otras reacciones químicas, algunas de las cuales pueden
ser influidas voluntariamente. Por lo tanto, si queremos, podemos
influir en el funcionamiento de nuestro organismo de forma
voluntaria. Con lo cual queda claro que podemos hacer cosas, que
produzcan cambios positivos o negativos en nuestra vida. Es así que
podemos quedarnos quietos y dejarnos caer en una profunda melancolía,
o tomar las riendas de nuestra vida, y trabajar para generar cosas
positivas en nosotros y en los demás. Ser felices, depende de
nosotros, y de que tengamos la voluntad de serlo.
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