El vino nos acompaña desde tiempos
inmemoriales, es el elixir divino por excelencia, que tanto ha
alimentado, relajado y ayudado a la salud de la humanidad. Entre
otras propiedades tiene la virtud de aglutinar y hacer sociables a
las personas, que con una copa de vino, un fuego y poco más, pueden
estar horas conversando y pasando momentos agradables, de alegría y
felicidad.
Esa camaradería, complicidad, amistad
y felicidad entorno a una copa de vino, es algo insuperable, pues
cuando se chocan las copas en un brindis, se confirma una fraternidad
cuasi divina.
Qué agradecidos debemos estar a
Dioniso (Baco), y sus esforzados colaboradores los bodegueros, por la
alegría, algarabía y felicidad que nos producen esos maravillosos y
mágicos elixires.
Hoy pensando en vinos y especialmente
en blancos, me vienen a la mente y al paladar varios muy
interesantes. Varios vinos uruguayos, alguno chileno, italianos,
franceses, varios vinos de Galicia (alvariños, ribeiros, godellos),
hasta un vino asturiano que me llamó la atención, pero tal vez
junto el Maravilla de San Juan que tomé en San Agustín del valle
fértil, el que más me ha gustado hasta el momento es un vino blanco
de Lanzarote, en base a la variedad Malvasia volcánica, muy
bueno!!!!!!!!
La foto es en la bodega de Lanzarote donde probamos ese estupendo vino blanco.
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