Una foto, una pintura, una escultura, o cualquier otro tipo
de expresión artística, como artista o
diseñador y ejecutor de la obra, o como espectador o usuario que admira
y disfruta de la misma, si bien pueden no ser las mismas sensaciones y
motivaciones, lo cierto es que en ambos al final se produce algo similar,
felicidad.
Desde el artista o diseñador, que movido por esa inspiración,
es capaz de trabajar sin cesar hasta lograr plasmar esa idea genial, en un
despliegue de energía vital, emociones y talento, entregando el fruto de su
esfuerzo a los demás, para su disfrute y regocijo. Hasta el espectador o
usuario que admira, disfruta y se conmueve con lo que ve y siente, haciendo
honor y dando tributo al esforzado artista.
Se entabla así un diálogo no verbal, en el que lo transmitido
hacia un lado y hacia el otro, genera felicidad, algo en lo que todos tenemos
para aportar desde lo más profundo de nuestro ser, pues somos artesanos de
nuestra vida y de la felicidad.
Hoy nuevamente quiero recordar y mostrar algo del gran trabajo de aquellos artesanos de la piedra, estupendos canteros que han trabajado duramente, para dejarnos su feliz legado esculpido en las iglesias y tantos otros monumentos religiosos regados por el mundo. En este caso se trata de la fachada y puerta principal de una de las iglesias de la ciudad de Burgos.
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