Cuando se viene la noche, cuando todo es penumbra y perdemos referencias. Siempre surge un faro, un destello de luz que nos muestra el camino. Y aunque no siempre es lo que buscamos, al menos, facilita la llegada a buen puerto. Eso, nos dará otra oportunidad. Por eso son importantes las metas intermedias, pequeños objetivos a los que es posible llegar. Logros cotidianos, que sumados a lo largo del trayecto, nos acercan a la meta principal.
Y esos refugios, donde abrigarnos y sentirnos más seguros, son eso, los peldaños desde los cuales dar un nuevo salto. Muchas veces, solamente con preservar las fuerzas y mantenernos en condiciones de continuar cuando la situación sea propicia, es un objetivo en sí mismo. Pasa en todos los órdenes de la vida, en lo personal, en lo social, en la empresa, en fin. Tan es así, que ese tipo de objetivos no los consideramos como tales, los subestimamos y desconocemos su valor real. Desde ellos se puede generar alegría, ilusión, buena onda, optimismo, solidaridad, felicidad, amor, esperanza y fantasía.
En general, valoramos los objetivos por aspectos algo más materiales, desdeñando la importancia de sobrevivir. Sostener la vida, es un objetivo en sí mismo, así como hacer aflorar nuestros afectos y emociones positivas en cada oportunidad. Hasta en los peores momentos, cuando se viene la noche, cuando todo es penumbra, también. En esos instantes de zozobra, es cuando más debemos esforzarnos por sacar desde lo más profundo de nuestro ser, esa energía positiva imprescindible.
Y así voy yendo, manteniendo el rumbo fijo hacia mi ser feliz. Cuando las condiciones son propicias, o arrecia el temporal y todo se oscurece sin más. En cualquier situación, es vital mantenernos conscientes de la importancia que tiene compartir esas sensaciones y sentimientos positivos.
A disfrutar el día!!!!! A seguir cuidándose!!!! Les deseo una buena noche!!!!
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