Cuantas veces nos descubrimos mirando
por una ventana, con la vista perdida, sin fijarnos en lo que hay más
allá. Es un proceso de introspección, un momento de poner la mente
en blanco, olvidando por un instante lo que sucede a nuestro lado.
Nos invade una extraña sensación de paz, de bien estar, de placer y felicidad relajantes que no podemos explicar, que nos deja ese dulce sabor y ganas de más.
Nos invade una extraña sensación de paz, de bien estar, de placer y felicidad relajantes que no podemos explicar, que nos deja ese dulce sabor y ganas de más.
Aquí les mando una vista desde la ventana, para que intenten experimentar esa felicidad.
En ésta oportunidad, es de la ventanilla de uno de los barcos que navegan por los mágicos canales de Amsterdam. Hermosa ciudad, llena de vida y felicidad.
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