El paso del tiempo, nos va poniendo
límites en una gran cantidad de actividades. Muchas veces no las
apreciamos o no queremos verlas, hasta que nos sucede algo que pone
un punto y aparte, sin llegar al punto final. Independientemente de
ello, no queremos claudicar, pretendemos hacer todo lo posible por
continuar en nuestro ritmo de actividad.
A mí me gusta jugar al padel, un deporte que resulta muy exigente desde el punto de vista físico, siendo especialmente duro para las rodillas y tobillos, pero que practico varias veces a la semana, jugando normalmente con gente que en su gran mayoría doblo en edad, con suerte diversa, gano y pierdo en función de como me encuentre.
La edad y la exigencia de éste deporte, hace que normalmente juegue con dolor de rodilla, en donde poco a poco ha ido resurgiendo una vieja lesión, que cada día me limita más en mi capacidad de juego. Sin embargo, estoy supliendo esas carencias, haciendo golpes que a mis compañeros de juego les pueden resultar lujos, o jugadas de sobrador, lo cual no es el caso, se trata de golpes a los que debo recurrir en ocasiones para poder responder.
Ese tipo de jugadas, cuando las puedo
ejecutar bien, y culminan en tanto, generan una alegría, una
felicidad, que me estimulan a continuar jugando a pesar del dolor.
Los años, los impedimentos físicos, son barreras que se pueden
sortear, aplicando nuestra capacidad de innovación, y nuestra fuerza
de voluntad, con alegría, ilusión, optimismo y felicidad.
La foto, es en el club padel Noia.
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