Cuantas veces nos descubrimos mirando
por una ventana, con la vista perdida, sin fijarnos en lo que hay más
allá. Es un proceso de introspección, un momento de poner la mente
en blanco, olvidando por un instante lo que sucede a nuestro lado.
Nos invade una extraña sensación de paz, de bien estar, de placer y
felicidad relajantes que no podemos explicar, que nos deja ese dulce
sabor y ganas de más.
Aquí les mando una vista desde la
ventana, para que intenten experimentar esa felicidad.
En ésta ocasión, también nos permite dejar correr la imaginación, entrar en el túnel del tiempo, e intentar soñar con esa misma ventana, 2000 años antes, cuando era un importante poblado Celta.
La foto es en la aldea Celta del monte Santa Tegra.
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