En una ocasión ya hace mucho tiempo,
entrando al laboratorio, pasé por la sección de ventas y me
encontré con un cliente. El hombre, un veterinario que junto a su
hermano, atendían un establecimiento rural de su propiedad,
esporádicamente venían a comprar algunos productos, que normalmente
pagaban al contado.
Nos saludamos, hablamos de como iban
marchando las cosas y en ese instante, la persona encargada le hacía
entrega de la factura de contado, el cliente aprovechando que estaba
yo presente, me plantea si era posible hacer efectivo el pago,
mediante un cheque a diez días.
Viendo el importe que no superaba el
costo de un café, le dije que no había inconveniente, aunque el
importe era algo pequeño. El hombre se mantuvo en su posición y nos
extendió un cheque diferido a diez días, con lo cual se quedó
contentísimo, tenía una sonrisa de oreja a oreja, creo que se
encontraba en éxtasis de tanta felicidad.
Nunca pude saber cual había sido el
motivo de aquel planteo, si hubiese sido que no tenía dinero en
efectivo, pues directamente dado el importe yo se lo hubiera
regalado. Si el motivo era otro, pues la verdad que le salió caro,
pues el cheque casi era tan caro como lo que adquirió. Pero lo más
importante, fue la satisfacción, la alegría y la felicidad de aquel
hombre, nunca olvidaré aquel instante.
La foto, es de los puestos instalados durante la feria de San Marcos, en Noia.
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