Yo amo, tú amas, nosotros amamos y todos somos felices,
suena utópico, ¿no? Son sensaciones, sentimientos, estados emocionales, estados
del alma que muchas veces no podemos explicar, pero con los que podemos
trabajar a partir de tomar conciencia y actuar en consecuencia.
Son estados singulares, nos suceden individualmente, somos
esa unidad amorosa y/o feliz que vibra en determinada frecuencia, que tiene esa
experiencia imborrable, que debe amarse a sí misma en primer lugar y sentirse
feliz, para poder vibrar en sintonía con aquellas personas que se encuentren en
la misma frecuencia.
La vida nos propone distintos caminos, elegimos el sendero
que más nos conviene y a partir de allí, pasamos por diferentes etapas de amor,
desamor, felicidad, gozo y penurias de todo tipo. Hasta que llega un momento en
el que nos damos cuenta y tomamos conciencia del tiempo pasado y lo que nos
queda en función de la esperanza de vida promedio.
En ese instante, cuando vemos que nuestro horizonte de vida
de calidad se estrecha a números que con suerte llegarán a ser entre 10-15 años
más, se nos abren dos caminos, por uno nos postramos a llorar y lamentarnos por
los años desaprovechados, por otro, una senda de vivir lo que nos pueda quedar
intentando amar y ser lo más felices que podamos sin molestar a nadie.
Cuanto antes tomemos
conciencia, antes podremos transitar un camino más alegre, con más buena onda,
haciendo que nuestra vida se conduzca en base a las cosas simples y hermosas,
para que nuestro balance final sea luminoso y lleno de amor.
La foto, es en las torres de Catoira.
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