Cuando descubrimos un sitio, un lugar, un paisaje que nos
emociona, que nos hace sentirnos en paz y armonía con nosotros mismos, con la
tierra en que vivimos y su grandiosidad. Cuando perdemos la noción del tiempo,
nuestra mente se pone en blanco, disfrutamos de poder respirar a pulmón lleno,
sentimos el viento y los demás elementos en la cara, apreciamos lo que nos
rodea como nunca, y nos sentimos parte de ese entorno. Eso es felicidad.
Pero además de esos lugares, existen otros rincones del mundo que por distintas razones también se suman a esos sitios especiales, generadores de alegría, ilusión y gozo. Hoy les presento el mercado de San Miguel en Madrid, un hermoso espacio para disfrutar.
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