El vino nos acompaña desde tiempos inmemoriales, es el elixir
divino por excelencia, que tanto ha alimentado, relajado y ayudado a la salud
de la humanidad. Entre otras propiedades tiene la virtud de aglutinar y hacer
sociables a las personas, que con una copa de vino, un fuego y poco más, pueden
estar horas conversando y pasando momentos agradables, de alegría y felicidad.
Esa camaradería, complicidad, amistad y felicidad entorno a
una copa de vino, es algo insuperable, pues cuando se chocan las copas en un
brindis, se confirma una fraternidad cuasi divina.
Qué agradecidos debemos estar a Dioniso (Baco), y sus
esforzados colaboradores los bodegueros, por la alegría, algarabía y felicidad
que nos producen esos maravillosos y mágicos elixires.
Un vino espumoso para una noche romántica, algo que aporta a la mágica sensación de amar y ser amado. Sin olvidarse que el romanticismo y el amor hay que trabajarlos todos los días, a cada instante, son vitales para ser feliz.
La foto, corresponde a la gentileza del Hotel Eurostars durante nuestra reciente estancia en Madrid.
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