Cuando descubrimos un sitio, un lugar,
un paisaje que nos emociona, que nos hace sentirnos en paz y armonía
con nosotros mismos, con la tierra en que vivimos y su grandiosidad.
Cuando perdemos la noción del tiempo, nuestra mente se pone en
blanco, disfrutamos de poder respirar a pulmón lleno, sentimos el
viento y los demás elementos en la cara, apreciamos lo que nos rodea
como nunca, y nos sentimos parte de ese entorno. Eso es felicidad.
Hoy les presento un sitio con mucha historia, donde todavía se pueden apreciar muchos elementos de antaño. Se trata del Pazo de Pena, una casa rural en la zona de Manzaneda que vale la pena ver y conocer. Cada piedra, cada trozo de madera, cada rincón de ese lugar, transmite y genera momentos mágicos, de otros tiempos que resultan maravillosos, esplendorosos y fascinantes.
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