Enseñanzas de la pandemia. Dar importancia a las cosas simples de la vida. Dedicar tiempo a nosotros, nuestras familias y amigos. Promover el sentido común. Tomar conciencia de nuestra fuerza y ejercerla ante la incompetencia, la ignorancia y la desidia. Así como también, a no caer en fanatismos de ningún tipo. A ser responsables y solidarios, asumiendo nuestros derechos y obligaciones con honor y dignidad. A trabajar y esforzarnos lo suficiente para subsistir decorosamente. A cambiar conceptos y reformular nuestras prioridades vitales.
En fin, es una larga lista, que escribí hace un año más o menos, a la cual cada persona puede agregar algo más. Fue una publicación sencilla, hecha en una red social, que continúa vigente y en especial, deja de relieve que no aprendimos mucho. Casi diría que mejoramos, rápidamente lo perdimos entre otras cosas por falta de sentido común. Aunque también por la carencia de inteligencia emocional generalizada, que nos vuelve negligentes e incompetentes, en especial a los dirigentes de turno.
Dentro de las enseñanzas de la pandemia, hay algo que a mí en particular me da satisfacción. La importancia y la vigencia de mantenerme firme en la promoción de conceptos olvidados. Así como la alegría, ilusión, buena onda, optimismo, solidaridad, felicidad, amor, esperanza y fantasía. Aunque no es que los olvidamos, solo los desplazamos o reinterpretamos en función de otros conceptos modernos. A los cuales, le asignamos esas sensaciones y sentimientos, satisfacciones comerciales banales que todo lo sustituyen y cambian.
Y así voy yendo, manteniendo el rumbo fijo hacia mi ser feliz, compartiendo todo lo que se me va ocurriendo, todo lo que recuerdo y considero vigente. Así como todo aquello que encuentro a lo largo del trayecto. Ahí va otro pregón cotidiano, un pequeño discurso sin mayores pretensiones.
A disfrutar el día!!!!! A seguir cuidándose!!!!! Les deseo una buena tarde!!!!!!
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