Un par de días soleados, en un invierno tan frío y lluvioso, es un tesoro invaluable. Todo rinde más, se alarga la jornada y la camaradería está a flor de piel. Salimos al camino con más ganas y las cosas se ven de otro color. El sol y su energía nos mueven. Y sí, aunque no lo parezca, por más que la foto está algo gris por esas nubes, la jornada en general fue soleada, al igual que la de ayer. Y el ritmo que nos imprime ese sol maravilloso de de algún modo se refleja en los verdes prados de nuestro vecino. Allí, justo donde comienza la arboleda en el centro de la foto, se aprecia algo de esos rayos de luz.
Así, la jornada rinde, se hacen posible actividades al aire libre, sin descuidar los protocolos de la pandemia y ese consumo de energía, al final del día, se transforma en agotamiento. Me cuesta escribir, hilvanar las ideas, realmente estoy exhausto con pocas ganas de seguir. De todos modos, hay algo que siempre me da un empujón extra, esa energía de reserva que todos tenemos. Esa fuerza impulsora y generadora de alegría, ilusión, buena onda, optimismo, solidaridad, felicidad, amor y esperanza, no me permite dejar aquí.
Por eso siempre digo que además de la energía física que nos proveen los alimentos y que se complementa con las radiaciones cósmicas, está la fuerza que emana del alma. De distintas formas que se pueden resumir en afectos y emociones positivas, que al igual que el sol y su energía nos mueven. Así, se compone todo el espectro de fuerzas actuantes en nuestro diario vivir. Una sumatoria de potencia, con diversos orígenes, que vamos acumulando en nuestro ser. Y ese potencial, es lo que debemos aprender a manejar y hacer aflorar en los momentos clave. En esos instantes que más los necesitamos.
Y así voy yendo, manteniendo el rumbo fijo hacia mi ser feliz, compartiendo lo que encuentro en el camino, dejando testimonio de las experiencias cotidianas y disfrutando el trayecto.
A disfrutar el día!!!!! A seguir cuidándose!!!! Les deseo una buena noche!!!!!
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