Desde los ímpetus juveniles, hasta peinar canas. La vida corre rauda y no espera. Y al recordar, nos vemos reflejados en nuestros padres. Reconocemos sus razones. Sentimos que aquella ansiedad por vivir a tope, se vuelve pausa y reconfortante alegría. Y en general, eso, debería allanarnos el camino que nos queda por delante. Aunque muchos de nosotros, a medida que avanzamos en años, nos perdemos entre miedos y fantasmas. Asumiendo la vida, como algo cruel, que nos conduce hacia nuestro juicio final.
Así, encerrados en ese círculo vicioso, vamos perdiendo los pequeños detalles que surgen en el camino, quedándonos con la frustración y la oscuridad. Sentimos que envejecer es un proceso cruel y denigrante, que nos conduce indefectiblemente a claudicar. Y le puedo decir, que más allá de los padecimientos, complicaciones y problemas que todos llevamos encima. Más allá de todas esas penas y amarguras. Existe algo más, podemos elegir el modo como encaramos ese proceso irreversible. Ser protagonistas, generando alegría, ilusión, buena onda, optimismo, solidaridad, felicidad, amor y esperanza.
Siempre es nuestra elección, independientemente de todo lo demás. En todo momento, a lo largo de nuestra vida, se abren unas puertas y se cierran otras. Y en todo eso, nosotros somos quienes decidimos, quienes optamos por un camino u otro. Por tanto, en cada etapa de nuestro trayecto vital, estamos en condiciones de ponernos manos a la obra con fuerza, ganas y actitud positiva. Para hacer aflorar desde lo más profundo de nuestro ser, esos afectos y emociones positivas que facilitan el camino, que se vuelven pausa y reconfortante alegría, permitiéndonos asumir dignamente el final.
Y así voy yendo, manteniendo el rumbo fijo hacia mi ser feliz, asumiendo mis limitaciones y disfrutando del camino. Sin pensar en lo que vendrá, dispuesto a sorprenderme gratamente, con lo que me pueda encontrar.
A disfrutar el día!!!! A seguir cuidándose!!!!! Les deseo una buena noche!!!!!!
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