Hola, muy buenos días, amanecer de un mágico anochecer, cenar, brindar y compartir un vino con amigos, recuperar buenas costumbres y volver a sentir el abrazo fraterno. Después de la penuria del confinamiento, de tomar distancia de todas aquellas personas importantes en nuestra vida, de haber dejado de lado ciertas costumbres, nos puede la ansiedad. Sí, y en un primer momento, el respeto a las recomendaciones sanitarias, el miedo y la histeria colectiva, nos impidió soltarnos.
Luego de un par de encuentros seguidos, ya resulta imposible contener esa ansiedad, esa necesidad visceral de sentir el abrazo fraterno. Creo que va mas allá de la idiosincrasia de cada país, de cada cultura, tengo la impresión, que todos estamos necesitando sentir ese calor humano transmitido en un abrazo. Ese intercambio energético que parece intrascendente y que sin embargo significa un mutuo aporte de vida. Es alegría, ilusión, buena onda, optimismo, solidaridad, felicidad, amor y esperanza transferidas en ese contacto íntimo fraternal.
Sin desconocer los riesgos que implica y con los mayores cuidados posibles, ya va siendo hora de soltarnos un poco, de dejar fluir toda esa ansiedad contenida y darnos un buen abrazo. Es algo que forma parte de la recuperación, de volver a sentir que estamos vivos, que nuestros afectos y emociones positivas están intactos y a flor de piel. Ir poco a poco soltando esas amarras que nos tienen atados e inmóviles en casa. Sin prisa y manteniendo los cuidados necesarios, es posible recuperar las buenas costumbres, y poniéndole fuerza, ganas y actitud positiva, lograremos el objetivo.
Así vamos yendo, recuperando buenas costumbres, volvemos a cenar, a brindar y a compartir abrazos con los amigos. Teniendo los cuidados elementales y manteniendo el rumbo fijo hacia nuestro ser feliz. Y por eso, siempre termino mi pregón cotidiano de la misma forma, transmitiendo todo esa energía positiva con mi abrazo fraterno. A disfrutar el día!!!! A seguir cuidándose!!!!!! A disfrutar el finde!!!!!
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